Esta gran responsabilidad recae en los padres de familia, quienes deben de enseñar a sus hijos a amar a Dios con todo su corazón, con toda su alma y con todas sus fuerzas y la mejor manera de hacerlo es a través del ejemplo. Si ven que nuestro amor a Dios y el deseo de agradarle son la base de nuestras acciones, aprenderán a vivir una vida que lo glorifique.

“Instruye al niño en su camino, y aun cuando fuere viejo no se apartará de él” – Proverbios 27:22

En la Biblia encontramos palabras de vida que nos enseñan lo que le agrada a Dios y lo que quiere de cada uno de nosotros, por ello es que él va transformando nuestra vida a medida que crecemos y cuando nos enfrentamos a nuevos desafíos. Si recordamos un versículo bíblico aprendido durante la niñez, recibiremos la palabra necesaria para salir adelante.

“Y le presentaban niños para que los tocase; y los discípulos reprendían a los que los presentaban. Viéndolo Jesús se indignó, y les dijo: Dejad a los niños venir a mí, y no se lo impidáis; porque de los tales es del reino de Dios. De cierto os digo, que el que no reciba el reino de Dios como un niño, no entrará en él. Y tomándolos en los brazos, poniendo las manos sobre ellos, los bendecía” – San Marcos 10:13-16

Es importante señalar que estas son solo algunas recomendaciones que van de la mano con las enseñanzas bíblicas que los padres de familia les den a sus hijos, el tiempo en el uso de cada aplicación y la supervisión de los pequeños, es responsabilidad de los adultos.

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